El día que su novio la sorprendió con el pasaje para el Costa Concordia a Adela se le había perdido un guante. Ella lo tomó como un mal augurio pero embarcó por no hacerle el feo y por no quedar como una cateta supersticiosa. Ahora se acordaba de ese día. Cuando tuvo que saltar al agua en medio de la oscuridad, el miedo le dio tal fuerza que nadó hasta el amanecer. Llegó a esta playa tan cansada que ahí sigue, tumbada en la arena. Ni siquiera ha vuelto a mover un músculo. Ni cuando la zodiac de Salvamento Marítimo pasó tan cerca que solo si hubiera levantado un brazo aunque fuese un poquito…