Creo que puedo sobrevivir a tu ausencia porque aprendí a quererme a golpes. Pero quiero sentirte y sé que nadie me podrá robar este momento de tu pie desnudo rozando mi tobillo por debajo de la mesa y tus ojos azules quitándome el aliento.
Y hay momentos extraños que duran unos pocos minutos pero que te confirman que no te equivocaste.