T.R. era el único de la aldea que, de verdad, quería a su mujer, a su compañera, a su amante, a su vida. Por eso, cuando ella murió y fue enterrada, T.R. se coló en el cementerio y robó su cadáver. En casa, la cubrió de arcilla y cuando se secó, la acostó en su cama. Allí lo encontró un vecino 20 años después el día en que echó en falta a T.R. y entró en su casa. Estaban uno al lado del otro, en la cama.
Qué hermosa historia de amor, Oliva.
Me gustaMe gusta
¡¡¡QUE BELLA HISTORIA, COMO SIEMPRE OLI!!! Cada vez te superas más, si es que eso es posible.
Me encantaría haber sido la esposa de T.R.
Me gustaMe gusta