En un cumpleaños le regalé a un amigo un libro sobre fútbol. Él, aficionado a lo segundo más que a lo primero, no se lo leyó. Mi intención, didáctica y casi maternal, era que le cogiera querencia a la lectura tanto o más que al fútbol.Pero hay tareas que ni los 12 trabajos de Hércules. Fracasé, claro. Pero me sirvió, porque el libro en cuestión me lo leí yo.
Y no es que a partir de ese momento no me perdiera un partido, supiera de lesiones musculares, traspasos, dietas de carbohidratos. Nada de eso. Es más, sigo sin reconocer un fuera de juego.Pero ese libro, sí que me ayudó a ver el fútbol de otra manera. El título es “El fútbol a Sol y a Sombra”.
Y dice cosas como éstas:“Por suerte, todavía aparece en las canchas aunque sea muy de vez en cuando, algún descarado carasucia que se sale del libreto y comete el disparate de gambetear a todo el equipo rival, y al juez, y al público de las tribunas, por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad”.
Y dice también: “El gol es el orgasmo del fútbol. Como el orgasmo, el gol es cada vez menos frecuente en la vida moderna. Hace medio siglo, era raro que un partido terminara sin goles 0 a 0, dos bocas abiertas, dos bostezos”.
Y esto otro: “¿Ha entrado usted, alguna vez, a un estadio vacío?. Haga la prueba. Párese en medio de la cancha y escuche. No hay nada menos vacío que un estadio vacío. No hay nada menos mudo que las gradas sin nadie”.
Su autor, Eduardo Galeano, se confiesa : “ Como todos los uruguayos, quise ser jugador de fútbol. Yo jugaba muy bien, era una maravilla, pero sólo de noche, mientras dormía”.Así que, Eduardo se dedicó a escribir así de bien.