La infancia y un balón

Seguro que mucho de ustedes lo vivió. Era cuando los balones se hacían con cualquier cosa y los niños tenían toda la calle para jugar. Cuando las zapatillas no eran las Nike de Ronaldo y las madres reñían si las destrozabas a los dos días. Cuando no había Fifa 16 ni los niños competían en las ligas municipales. Era el tiempo de la infancia jugada a golpe de patadas a un balón. Porque una pelota te salvaba del tedio de largas tardes sin tele ni play, ni tablets… La calle y un balón.descarga-2

Ese fútbol callejero que se ha jugado siempre en los barrios pobres del Río de la Plata o de Brasil, desde Liverpool hasta Nápoles. En los campos y en las playas. En las plazuelas de nuestros pueblos andaluces, en los jardines de las ciudades. Evitando al guardia y procurando que la pelota no se «embarcara» en un balcón. Un grupo de niños, sudorosos y gritones, y un balón.

Gerardo Diego, uno de los poetas más importantes de la Generación del 27, le dedicó un poema a un balón: «El balón de fútbol. Tener un balón, Dios mío. Qué planeta de fortuna. Vamos a los Arenales: cinco hectáreas de desierto. Cuadro y recuadro del puerto. Y a jugar. Vale la carga. Pero no la zancadilla. Yo miedo nunca lo tuve. (Una brecha en la espinilla). Tener un balón, Dios mío».
.Pues eso. Un balón, la calle y amigos.

 

El fútbol a sol y sombra

 

En un cumpleaños le regalé a un amigo un libro sobre fútbol. Él, aficionado a lo segundo más que a lo primero, no se lo leyó. Mi intención, didáctica y casi maternal, era que le cogiera querencia a la lectura tanto o más que al fútbol.Pero hay tareas que ni los 12 trabajos de Hércules. Fracasé, claro. Pero me sirvió, porque el libro en cuestión me lo leí yo.

Y no es que a partir de ese momento no me perdiera un partido, supiera de lesiones musculares, traspasos, dietas de carbohidratos. Nada de eso. Es más, sigo sin reconocer un fuera de juego.Pero ese libro, sí que me ayudó a ver el fútbol de otra manera. El título es “El fútbol a Sol y a Sombra”.

Y dice cosas como éstas:“Por suerte, todavía aparece en las canchas aunque sea muy de vez en cuando, algún descarado carasucia que se sale del libreto y comete el disparate de gambetear a todo el equipo rival, y al juez, y al público de las tribunas, por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad”.

Y dice también: “El gol es el orgasmo del fútbol. Como el orgasmo, el gol es cada vez menos frecuente en la vida moderna. Hace medio siglo, era raro que un partido terminara sin goles 0 a 0, dos bocas abiertas, dos bostezos”.

Y esto otro: “¿Ha entrado usted, alguna vez, a un estadio vacío?. Haga la prueba. Párese en medio de la cancha y escuche. No hay nada menos vacío que un estadio vacío. No hay nada menos mudo que las gradas sin nadie”.

Su autor, Eduardo Galeano, se confiesa : “ Como todos los uruguayos, quise ser jugador de fútbol. Yo jugaba muy bien, era una maravilla, pero sólo de noche, mientras dormía”.Así que, Eduardo se dedicó a escribir así de bien.